Soy yo, ese niño que juega al toro

Llevo algún tiempo alejada de las plazas,  pero es inútil alejarme del Toro, hay días enteros en los que lo único que me mantiene concentrada en mis tareas godinezcas es una serie de pasodobles y un poco de flamenco. Hay noches en las que pongo la corrida de la resurrección del Pana y vuelvo a sentirme feliz. Pero la alegría proviene de lugares aún más pequeños por ejemplo, sacudir esa parte del librero que tiene los libros taurinos que he recolectado a lo largo de mi andar. Otras veces al saludar y abrazar a mis amigos taurinos aunque sea sólo por chat. Pero también hay días en los que me molesta en demasía ser parte de un barco que está por hundirse.


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