Caminar con mis padres por la plaza

Dejé que una pesadilla arruinara el viaje, a ratos traté de solucionarlo pero creo que podría hacerlo mejor en otra ocasión.  Así que ojalá pronto pueda llevar otra vez a mi padre a la Plaza más grande del mundo. 



Hace años me prometí a mí misma, después a mi papá, que un día me iría tan bien, que podría llevarlo a la Plaza México y pagar con el fruto de mi esfuerzo cada cosa que se le antojara y se necesitara para pasarla bien. ¿Cuándo? Me llevó tantos años como pagar mi título profesional.

Pero todo se alineó. Unos amigos organizaron el viaje Puebla-LaMéxico/LaMéxico-Puebla para ir a la inauguración de la Temporada Grande 2018-2019. El plan original era sólo ir con mi papá pero ya que no me está yendo mal, pude invitar también a mi mamá. Han pasado algunos años desde que, en solitario, llegué por primera vez a la plaza México. Lamentablemente la nueva administración no ha dejado que nadie pase a la plaza vacía después del sorteo. Es una pena. Hubiera querido que mi padre sintiera la arena de su ruedo y quedara anonadado como yo al ver su tamaño. Mi mamá contrarrestó eso tomando fotografías a contraluz de las esculturas que custodian las afueras de la plaza que mi papá comparó con los ángeles de la Catedral de Puebla. Percibieron el templo, el gran templo que es esa plaza.

Comimos en el Villamelón, somos poblanos y nos encanta el servicio al cliente, las fórmulas despersonalizadas de la gran urbe me chocan. Me puso de malas tener que formarme y recibir indicaciones telegráficas de las chicas que cobran y peor de las que te sirven los taquitos. Lo bonito fue que a mi papá le encantaron los de chicharrón y hasta se paró por otro. Me fui calmando mientras comía, pensaba que llevarlos al Ruedo hubiera sido peor... la comida no es buena ahí y además los costos son excesivos; aunque tengan meseros. Pensé que era un buen lugar, era temprano y estuvimos compartiendo mesa con desconocidos que también iban a la plaza y llegaban con tiempo. Eran apenas las 2.

La venta de boletos es peor que en otros años y digo peor porque siempre ha sido un desafío conseguir boletos para la tarde inaugural y la de aniversario. No pude conseguirlos por internet ni siquiera en la preventa a la que tengo acceso. Es terrible, todo es por "algún contacto" o bien en reventa. Como íbamos en grupo los anfitriones se encargaron de eso. Desafortunadamente no pudimos entrar temprano, tardamos en hacerlo pero justo nos dio tiempo de sentarnos antes de que comenzara el paseíllo. Aún no se llenaba la plaza. Había tanta gente cuando entramos que estuvimos a punto de perdernos. Mi mayor temor era dejar atrás a mi papá y que se perdiera el avance lento de las cuadrillas, el color del tapete inaugural. Al final ni tapete hubo y le reñí a mi mamá caminar tan rápido entre el gentío.

Finalmente llegamos. El sol nos daba en la cara, equivocamos los lugares y terminamos cambiándonos a los nuestros poquito antes del clarín. Mi mamá pidió una cerveza y me tomé la primera con ella. Mi padres lucían felices, entusiasmados con la algarabía del montonal de gente que hervía en sus asientos. 

Me di cuenta que había olvidado los dulces y gomitas que había comprado para mis papás. Lo bueno es que mi mamá traía su propia ración de semillas y confitados. Mi papá no bebe, así que sólo mi mamá y yo tomamos unas tres cervezas y probamos el vino de botas que desde otros lugares nos convidaban. Es raro, cuando voy sola o con don Jaime Oaxaca no suelo hacerlo. Supongo que estaba muy feliz o nerviosa. Fumé poco.

Quizá mis lectores se preocupen ahora porque esperaban la crónica ingrata y amarga de la tarde. Esa ya la leyeron o la vieron por ahí, estoy segura porque escribo tarde.

No soy fan de Ponce, así que ustedes ya saben cómo terminó el lío. Mis papás tampoco, así que no celebraron la faena ni la orejita. Al contrario, mi papá estaba seguro de que el primer toro ni en Puebla lo echan, por chiquito. Dijo algo así "Estamos lejos, qué es esto ¿segundo tendido?, y aunque me acercara y estuviera en barrera el torito seguiría igual chiquito, sin presencia; ¿o no? ¿tú cómo lo ves hija?" -Sí pa', está muy chiqui. "Además el toro de rejones tenía más pitones que éste, ¿o no?"

El Payo se desdibujó en la tarde. El Adame que nos tocó ver no estuvo mal, incluso puso alegre al tendido... comenzamos a emocionarnos pero se perdió en algún punto de las faenas y no llegó a cuajar nada.

Ventura por su lado lidió muy bien a Fantasma. Mi papá apuntó la falta de kilos pero ya estábamos ahí, emocionados y fiesteros. Cuando llegó el indulto lo aceptamos felices, habíamos entrado en trance junto con el resto de la plaza. Señores... son tantos... tantos celebrando que llega un punto en el que dejas pasar la falta de kilos, los cuartos traseros escurridos de Fantasma y te alegras imaginándolo más gordo y feliz con sus vacas en los potreros. Lo mejor, además de recibirlo con garrocha y el fluir inmisericorde de una faena de ensueño... fue tal vez cuando lo lidió a pie. El trincherazo nos hizo gritar "¿¡Ya viste Ponce?!". Nos pusimos de pie, la gente aplaudía e inundaba la plaza. Cuánta emoción cabe en Insurgentes. Cuánta alegría se siente cuando un toro vuelve a la ganadería. Éramos tantos disfrutando, olvidando lo terrible que es vivir en nuestro país. Olvidando las fosas clandestinas que se cuentan por miles. Los trailers cargados de cuerpos sin identificar que pasean por Jalisco. La pobreza que orilla a delinquir, las migraciones, el cambio de gobierno. Estábamos como borrachos, felices de presenciar el milagro del indulto de Fantasma.  Mis papás ni se sorprendieron (como lo hice yo en su momento) de la cantidad de granaderos que resguardaban la plaza, sin embargo, nuestro punto de encuentro por si nos perdíamos eran precisamente las patrullas.

Terminó la tarde, Ponce no regaló el toro que Sol le pedía. Ni hablar.  Ventura fue perdonado incluso por los que llevaron la manta que decía: Indio=dios con él, o algo así...

Dicen mis amigos que me salvé de la peor narración por televisión de la historia de la tauromaquia. No sé. La próxima tarde toca en casa.


**Olvidaba: 6 de Barralva 2 de encaste Saltillo (o mexicano como dice Ponce) y 4 de encaste Atanasio (o sea con más hechuras y que también crecieron en suelo mexicano); para los de a pie y 2 más de Fraga para rejones.











Comentarios

Entradas populares de este blog

Las banderillas... el tercio acrobático

Más de 20 meses sin toros... la reina inmortal

Una revista de Toros