Del síndrome de la Cenicienta...Ay Guadalajara (Primera Parte)


Y sentiré la fuerza de tu corazón palpitándome la espalda
como un arrullo de cien erales...



Plaza de Toros Nuevo Progreso

Hace tiempo que no escribía, era porque la vida se me arremolinaba entre las manos. Estas manos vencidas por el tedio de un casa que sin salida pareciera el laberinto de mi hijo el minotauro.
Lo lamento señores, pero desde que tengo el programa se me hace un tanto pesado escribir. sin embargo aquí estoy esperando volver a sus pantallas y encontrarme con ustedes para platicarles un poco de mis andanzas en mundo del toreo.
Resulta que estuve todo noviembre en tierra tlaxcalteca, un lugar donde, según cuenta la tradición taurina, saltará un torero de cada piedra. Qué caray señores pues por ahí anduve. Luego regresé a mi tierra que de toros se ha olvidado y que ahora nos procura animales descastados. Ni hablar, nos lo buscamos por cobardes, por dejar la valentía para tierras del norte. Pero tan triste es nuestro panorama torero como el de La México. La México, La México, con sus carteles oscuros, con sus carteles ya hechos, con sus carteles temerosos de romper con la cordura. Esa maldita cordura del medroso. No se puede señores, mi afición requería no los toros de la península, no. No esos no porque son de otra Fiesta, corresponden a otra cosmovisión, a otro pueblo, a otras ideas. Yo quería encontrar al toro mexicano, ese bicho que poderoso se moviera con cadencia y regresara sobre sus pasos porque había dejado a un torero detrás ya listo para otro embroque. Y así viajé. Sí señores hice el primer viaje en solitario a Guadalajara. Tomé, como dice mi maestro, un poco de ropa, mi cámara que es mis ojos y los teléfonos de un par de amigos y sí señores me largué con todo el amor al toro que me ha crecido en las entrañas como el bejuco, y la esperanza de agradarles tal cual soy a los amigos.

Llegué un día antes a Guadalajara. Tenía diez años sin pisar esa tierra, sí, diez y no conocía el olé de su plaza, esa plaza que se dice seria. Las naves de la terminal me parecieron tan extrañas, me sentía muy pequeña, mucho más de lo que soy. Nueve horas de viaje me dejaron hecha sopa. Unas ojeras tremendas y una gripa que se evaporó mientras viajaba. Llegaron por mí dos soles. Y comenzó la aventura. Pasamos a Tlaquepaque y el milagro ocurrió, sólo podía ver por un agujero de la puerta centenaria, otra puerta: la de toriles. Qué detalle del universo. Sólo eso alcancé a ver. Un hermoso milagro. Y caminamos al centro... llegamos al Hospicio Cabañas donde Orozco, el gran Orozco me esperaba... Y simplemente fue maravilloso.  A San Juan, ese mercado tan de allá, con su publicidad a gritos que me hizo reír, fuimos a desayunar. Salimos casi corriendo llegamos pronto a una cabina donde me esperaban los hombres con Verdad. Y pronto nos reconocimos. Somos una cofradía.

Tendríamos que reunirnos y así lo hicimos. Los amigos adquirieron huesos, color y voz. Somos casi veinte. Qué maravillosa tarde entre gente taurina que lucha a diario por la dignificación de la Fiesta. Gente que desde su burladero aporta y además paga por su entrada. Qué feliz me sentí. Poco trago y mucha torería. Aprendí a ejecutar la zapopina. Qué torera me sentí. Y eso que no tuve toro.

Y nos dieron las diez y las once; las doce, la una, las dos y las tres... pero amanecimos vestidos y dispuestos a ir a la plaza que se dice la más seria del país. Entretanto visitamos nuevamente el centro, el sol se sentía como un doloroso aguijón encaprichado con entrar y quedarse en la carne. Vi la ciudad con sus zonas dulces y saladas, una barbie desnuda debajo de un puente nos daba la espalda. Llegamos a la Plaza Nuevo Progreso de Guadalajara.

Cuánta luz... demasiado blanca para mis ojos. El sol de verdad lastimaba al tendido... era para salir borrachos.

(Fin de la Primera Parte)

Comentarios

  1. Me parece un texto genial, lleno de olores, colores...de matices humanos, de alegrias y sufrimientos. UN texto de sentimientos Gabriela, que eres genial para escribirlos. Si te decidieras a escribir y publicar una novela...con esa fuerza exoresiva que posees se le caerían los palos del sombrajo a Spotta....un beso fuerte de tu amigo Zubi...desde Sevilla

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